Sinceramente no soy de aquellos valientes que se atreven a enfrentar todos los peligros que se le presenten, prefiero ser un poco más inteligente que eso y resguardarme, entonces caminaba por los rincones, observando alerta en todos los ángulos, las horas se encontraban aburridas, y casi no corrían como esperaba, y ni hablar de las calles, que pareciese se deslizaban para disminuir mi paso y no hacerme llegar nunca.
La luna silenciosa, iluminaba sólo aquellos escondrijos demasiado apagados, acompañabala el discreto pero agudo sonido de esos voladores de la noche que no pueden pasar desapercibidos. Había trascurrido ya como hora y media desde que empecé mi marcha, y aún no me encontraba ni a mitad de camino; una especie de miedo inquietante comenzaba a invadirme, trataba de controlarme y no dejarme llevar por la sensación, pero era inútil.
No podía creerlo, ya me estaba acercando a mi departamento, tan sólo faltaban calles, me sentía más tranquilo; ya llegando a la esquina, y cuando pensaba que todo estaba en orden, un susto espeluznante me invade. En un rincón de la calle, se encontraba tendida una chica, el pelo totalmente desparramado, como muerta por lo que pude notar, y más aún el panico enardeció en mí, en el momento en que me percate de la presencia de un hombre junto a ella, con algo brillante en la mano, no sabía qué hacer, mis piernas no las podía controlar y empezaban a temblar, tenía que actuar rápido.
Corría desesperadamente sin dirección alguna, cuando por fin mis miembros inferiores lograban responder, no entendía lo que pasaba, mi mente no lo asimilaba, mi corazón se encontraba descontroladamente acelerado, bombeando litros de sangre; el hombre que resultó tener un puñal en la mano, ahora corría tras de mí, con una mirada punzante, queriéndome dar el mismo destino de la muchacha.Señor! por qué permites que me pase esto, repetía yo dentro mío, gritando para mis adentros, sin esperanza de ser auxiliado; yo no pedí presenciar esa escena tan horrible y espantosa, y ahora me encuentro pagando mi desdichado papel de testigo, perseguido por un psicópata que me mira friamente tratando de eliminar esta evidencia que hulle despavorido de él.
Habrían pasado diez minutos de mi venturosa maratón, aún no podía explicarme porqué no ingresé a mi casa cuando pude, obviamente mi cerebro no respondía, y sólo mi instinto pudo guiarme hasta ese momento. Ya el dolor y el cansancio era insoportable, mi vista se comenzaba a nublar, y eso me aterraba, no quería imaginar lo que pasaría si me detuviese, él aún seguía tras de mí, cuan lobo hambriento corriendo a su presa.
Llego el momento en que ya no pude, sabía que mi cuerpo no respondería mas que algunos pasos más, y ya casi tambaleando, me precipité hacia unas calles muy inclinadas, me dejé llevar por el peso de mi cuerpo, hasta que tropecé, y caí al suelo; empecé a rodar, todo me daba vueltas, mis sentidos se cohibían, los golpes que recibía duramente del suelo, ya traspasaban las barreras del dolor, y lentamente todo se desvanecía en mi mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comenta!